Thursday, March 29, 2007

La Ruta de Casi, índice

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La Ruta de Casi, relato trece (final)


Como casi todas las cosas buenas en la vida, mi viaje tenía que terminar. Era hora de regresar, de dejar atrás tantos caminos nuevos y bellos por los que anduve, y empezar a recorrer la misma ruta que ya conocía, que era una lata cuando la hacía en bus, y que ahora, por mucha tristeza que sintiera por terminar la travesía, se hacía entretenida en moto; aunque, hay que decirlo, por muy entretenida que haya sido, igual es una lata volver...

Ese día amaneció un poco nublado en Puerto Montt, y lo primero que pensé fue que aunque lloviera tenía que iniciar el regreso ese día. Así que pensando en eso me levanté y me puse a ordenar las cosas para el viaje: top case, alforjas, bolso de estanque, y darle una mirada a la Passion.

Después de almorzar, a eso de las 12:00 horas, me despedí de todos en la casa de mi viejo, y saliendo del pasaje también me despedí de María, una señora a quien aprecio mucho por lo mucho que significa ella para mi al ser la mamá de una de las mujeres que más he querido en esta vida ... Pamela.

Antes de dejar Puerto Montt no podía no despedirme de mis amigos Jimi y Fredy, los papasotes del flow motoko:



Después de eso entonces ya tomé la ruta 5 para volver a Santiago, con harta nostalgia.

Mi estado de ánimo al volver no era el de los mejores, por eso quizás tome muy pocas fotos pensando en que fueron alrededor de 20 comparadas con las 950 que saqué a la ida.

Una de esas pocas fotos, a la altura de Llanquihue:


Además, la idea era llegar a mi casa lo antes posible, así que paré lo necesario y allí tomé fotos si el lugar lo merecía.

Algunas fotos en algunas paradas:




En una de esas paradas pasó una moto y con el conductor nos saludamos. Kilómetros más adelante me lo encontré en una Copec, cerca de Temuco. El amigo se llama Mario, y venía de recorrer el sur de Argentina con su polola, quien tuvo que volver antes a Santiago por razones laborales.

Aquí la página de Mario, y aquí el amigo Mario en su Honda Dominator, sin carenado:


Seguí rodando y llegué a un peaje, antes de Los Ángeles, que era donde pensaba pasar la noche. En el peaje tomé algunas fotos:




La noche cayó y yo rodando. Y me encanta andar en moto de noche, sobre todo por esos lados donde a esa hora andaban muy pocos vehículos; además, hubo un eclipse lunar muy hermoso, que pude apreciar por largo rato.

Llegué a Los Ángeles tarde, pasadas las 22:00 horas. Así que rápidamente busqué hospedaje y descansé. Habían sido 500 kilómetros hasta allí, y al día siguiente me esperaban 500 kilómetros más hasta Santiago.

Al día siguiente a las 09:00 horas ya estaba listo para seguir rodando. Era domingo, y suponía que cerca de Santiago, ya casi de noche, me encontraría con todos los autos que volvían de vacaciones, y eso me pareció un poco estresante.

Deje rápidamente de pensar en eso y me fui a la Plaza de Armas de Los Ángeles, una plaza muy grande y muy linda. Algunas fotos:




La Catedral:


Después fui unas cuatro cuadras hacia algún lugar (en Los Ángeles me pasó que perdí el sentido de los puntos cardinales) y me encontré con un parque y una laguna bien lindos, cuyos nombres no recuerdo:



Deje Los Ángeles, y más al norte me encontré con Los Saltos del Laja, lugar muy conocido (yo no lo conocía), popular (a la hora que estuve allí había poca gente) y muy hermoso:




En esta foto mi cara lo dice todo: cansado hasta la sangre, con muchas ganas de llegar a mi casa luego y encontrarme con mi camita rica:


Llamé a Clauz para contarle que estaría en Talca cerca de las 13:00 horas, y quedamos en juntarnos allá. Y nos juntamos. Acá está Clauz con su polola y su moto (notar la pose a lo corazones service... puro estilo):


Entonces nos fuimos a la casa de Clauz. Me presentó a sus papás, los dos muy agradables y atentos. Descansamos un poco y hablamos de la vida. Después nos fuimos a rodar. Estuvimos en el río Claro un rato. El calor es insoportable en Talca, y ese día lo era de manera soberana, pues andaba caminando con la chaqueta.

Acá unas fotos del lugar:




Después de eso ya decidí retomar mi regreso a Santiago. Fuimos entonces a buscar a la polola de Clauz pues me quisieron acompañar hasta el peaje después de Talca.

Me acompañaron una media hora de ruta, y nos despedimos en el peaje. Después Clauz me enviaría esta foto (una excelente foto) que me sacó mientras rodábamos:


Después nada, rodar y rodar para encontrarme con el peaje en Angostura:


y finalmente llegar a mi casa cerca de las 22:00 horas:


Llegué a mi casa, cansado, pero demasiado feliz de haber vuelto a mi hogar después de un mes de haber salido en moto, con muchas dudas, pero con más ganas.

Fueron alrededor de 4.500 kilómetros en total, muchos de ellos por caminos muy malos, con mucho ripio. Afortunadamente no tuve ninguna caída, y eso creo que fue gracias a lo bien que conozco mi moto, y sé lo que me puede entregar. Me sirvió mucho haber andado en tierra antes, cuando fui al Cajón y cuando anduve por Pichilemu.

Afortunadamente no tuve ningún problema mecánico, y eso creo que se debe a lo bien que he mantenido la moto desde que la tengo.

Éstas fueron lejos mis mejores vacaciones, y espero poder repetir en los próximos veranos experiencias iguales: rodar, conocer gente y lugares espectaculares, y seguir disfrutando mi adicción a las motos.

Y eso amigos, nos vemos en un próximo relato, y en la ruta...

Tuesday, March 27, 2007

La Ruta de Casi, relato doce


Antes de irme a Chiloé quedé con Jimi en juntarnos a la vuelta para salir a rodar. Así que a la vuelta de la isla lo fui a buscar a su trabajo, a la oficina de información turística en la plaza de Puerto Montt.

Jimi tuvo como primera moto la Passion. La tuvo un año y medio y la vendió a un excelente precio. Con la plata y unas lucas más que se consiguió se compró la hermosa Honda Titan 150 cc:


Cuando Jimi salió del trabajo, pasadas las 17:00 horas, nos fuimos a su casa y después de eso a recorrer cerca de Valle Volcanes, que es donde vive Jimi. Cerca hay una laguna, y el lugar es bien tranquilo y bonito, y ese día despejado, así que el clima estaba rico para rodar:



Al fondo los volcanes Calbuco y Osorno:


Después de eso decidimos ir a rodar más allá del balneario Pelluco, pasando por Pelluhín y Chamiza, por la playa.

Allí Jimi me contó que los troncos que se ven enterrados en la arena se llaman tocones y son alerces milenarios. Son realmente espectaculares:



El día estaba muy lindo, y ya eran los últimos días que me quedaban, así que los quería disfrutar al máximo rodando y rodando, y si estaba con buenos amigos, mejor aún.

Entonces un par de fotos:


Jugando a karateca, recordando viejos buenos tiempos:


Y una foto obligada con mi amigazo papasote del flow motokero mundial infinito, el super Jimi, un compadre que es un siete, que es de esos pocos amigos que uno encuentra en la vida:


Seguimos rodando y parecía que estábamos a muchos kilómetros de la ciudad, en el campo, por los paisajes. Pero no, estábamos a muy pocos kilómetros del centro de Puerto Montt y el lugar era espectacular:




El amigo Jimi rodando y posando, con todo el estilo del mejor de los papasotes motokos:



El amigo Casi posando y posando:



Llegamos entonces a un lugar donde la arena ya estaba muy suelta y no parecía recomendable seguir, así que decidimos quedarnos allí un rato, descansado, conversando y disfrutando el día.

Las nenas:


Paisaje:


Más de las nenas:


Las nenas y papasote Jimi:


Las nenas y papasote posero chascón Casi:


Un crucero a lo lejos, bien lejos:


Después de eso volvimos al centro y nos separamos.

Dos días después nos juntamos de nuevo y fuimos a buscar a Fredy al trabajo y salimos a rodar. Fuimos a Pelluco otra vez, con un poco de lluvia. Lo pasamos bien los tres. Fredy es tan buena onda como Jimi, tan papasote motoko también. Otro siete ese compadre.

Dos fotos de aquella salida. Primero las nenas en pleno:


Después los papasotes papurris motokos del flow mundial:


Esa noche nos juntamos con algunos motokos de Puerto Montt que conocí en Maullín. Otros grupo de compadres muy buena onda. No recuerdo el nombre de todos, pero todos eran simpáticos y buenos tipos, y todos amantes de las motos. Recuerdo a Gary (que al final no fue a la junta aquella), Eduardo (compadre que tenía una pistera Honda de 900 cc y vino a Santiago a comprarse una R-1), Jeremi (que tenía su pistera Suzuki de 600 cc con algunos problemas, así que vino a Santiago y se compró una R-6, por lo último que supe). Habían más chicos pero no los recuerdo, y espero me disculpen... igual va un saludo y abrazos a todos ellos, con quienes espero coincidir otra vez en la vida para rodar juntos.

Eso pasó un miércoles 28 de febrero, y en dos días más volvería a Santiago... de seguro echaría de menos a Jimi y Fredy, pues los compadres aman tanto las motos como yo, y también rodar. Son de esos tipos que quieren salir a pasear, y agarran la moto y salen, de esos motokos que disfrutan sus motos, disfrutan rodar, a donde sea, no importa el destino, no importa si llueve o si hace frío... la idea es rodar, y eso representa a un motoko, las ganas de rodar.

También quisiera mencionar a Crescente, un motoko de Puerto Varas, a quien conocí en Maullín, y con quien tuve harto contacto mientras estuve en el sur. De hecho un día estuve en su hermosa casa compartiendo historias con una buena taza de té.

Aquí el amigo Crescente y su tremenda y hermosa moto:


Amigos papasotes motokos con todo el flow, ya nos veremos y rodaremos juntos otra vez...